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Crédito de la fotografía a Renay Egami.

Declaración del artista:

Inspirados en El reloj de Christian Marclay y Sin título (Amantes perfectos) de Félix González Torres, estos dos relojes, con las caras cubiertas de piezas de espejo rotas, utilizan la simplicidad de la forma y la semiótica para invocar la tradición del momento mori. Los relojes, colocados tanto en los baños de hombres como de mujeres, piden que los espectadores se den cuenta de sí mismos en el tiempo, en la realidad, y en la inevitabilidad de la mortalidad. El baño es un lugar humilde; es una necesidad, pero también es una realidad con la que muchos no se identifican, al igual que la muerte. Los relojes se crearon rompiendo espejos y ensamblándolos en un orden aleatorio para que quepan y se adhieran a la esfera de cada reloj para que reflejen su entorno y los espectadores. El tic-tac sordo de cada reloj es significativo para instar a los asistentes solitarios al baño al momento presente sobre las proyecciones de un futuro variable. Estos relojes nos recuerdan que cada momento de conciencia es significativo y limitado.

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